¡¡Usted tiene superpoderes y todavía no se ha enterado!!

Para escapar del abismo, decía Cesare Pavese, hay que mirarlo, medirlo, sondearlo y descender a él. Desde siempre el ser humano ha intentado sondear el potencial del inconsciente; una frontera difícil de traspasar para la ciencia y un tabú abonado por la ignorancia y el engaño.

La literatura universal está llena de relatos donde sus protagonistas descubren fenómenos mentales extraordinarios que aportan un significado más profundo a la vida. Parece ser que lo que tomamos como estado mental normal se fundamenta en paradigmas culturales compartidos. Percibimos el mundo no cómo es sino cómo hemos sido educados a verlo.

Freud creía que las habilidades psíquicas son un vestigio de un sistema primitivo de comunicación no verbal que hemos ido perdiendo en el proceso de civilización. Para el investigador Robert A. Johnson los llamados estados alterados de conciencia son en realidad el estado natural del hombre. Rupert Sheldrake, el creador de la teoría de los campos mórficos, dice que el desarrollo de las habilidades psíquicas en la especie humana es biológicamente natural.

Ante tales afirmaciones hay que preguntarse: ¿de qué habilidades psíquicas estamos hablando? ¿Para qué sirven? ¿Cómo se desarrollan? ¿Todos tenemos las mismas? ¿Tenemos una explicación lógica para ellas?


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¿De qué habilidades psíquicas estamos hablando?

Desde la sinestesia, donde los sentidos se entrecruzan y podemos saborear una sinfonía o escuchar un cuadro, hasta la percepción extrasensorial en la que captamos información al margen de los cinco sentidos habituales. Hay muchas más.

Las premoniciones son más habituales de lo que pensamos. El genial ingeniero aeronáuticoJ.W. Dunne en 1927 avanzaba el concepto de conciencia subliminal a partir de sus investigaciones con estados precognitivos inducidos y el nobel de medicina Charles Richet, después de 30 años de investigación, afirmaba que son un hecho constatado.

Las experiencias más allá del cuerpo a través de un doble etérico o extracorpóreas son recogidas, según Dean Sheil de la universidad de Wisconsin, por 67 culturas diferentes.

El sueño lúcido es una técnica de ampliación de consciencia que aparece en el siglo VII en textos budistas. El sueño consciente es usado frecuentemente como forma de contacto con los antepasados en las tradiciones chamánicas. Incluso los griegos en sus templos guardaban un lugar protegido para la incubación de los sueños y la comunicación con los dioses a través de ellos.

La telepatía ya es nombrada en el siglo XVI por el médico suizo Paracelso. Desde entonces se ha generado numerosa documentación al respecto.

La radiestesia psíquica o la capacidad de percibir los campos electromagnéticos y la sanación a distancia son otros ejemplos de habilidades psíquicas que han sido estudiadas.

Incluso las experiencias místicas, a la luz de las descripciones de sus protagonistas, los orgasmos de carácter tántrico, donde la muerte del ego da paso a un entendimiento transpersonal del mundo y algunos viajes psicotrópicos inducidos, que parecen despertar a la mente de su letargo, pueden considerarse experiencias extrasensoriales.


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Pero, ¿para qué sirven?

Si son el resultado evolutivo del desarrollo de habilidades superiores, tendrían un sentido adaptativo. En los años 60 dos especialistas en el tema de la metacognición basada en la tradición hindú, B.K. Kanthamani y K. Ramakrishna Rao después de sus investigaciones con universitarios concluyeron que las personas más dotadas para las experiencias extrasensoriales son más amables, sociales, seguras de sí mismas, más fuertes emocionalmente, entusiastas, prácticas, calmadas y flexibles mentalmente.

Normalmente las personas con dichas habilidades pierden el miedo a la muerte y su espiritualidad evoluciona al margen de dogmas y religiones.


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¿Cómo se desarrollan?

Aunque las aptitudes psicológicas innatas se heredan, los factores ambientales influyen en su desarrollo. Como en todo, paciencia, perseverancia, disciplina y mucha calma parecen ser condiciones fundamentales. Si bien es cierto que los estados meditativos y de relajación profunda favorecen su desarrollo, las épocas emocionalmente más activas pueden detonar su aparición.

El tercer capítulo de los yoga sutras de Patanjali se dedica por completo a explicar cómo a través de las técnicas del yoga interno el yogui desarrolla estas habilidades. Los tántrikas dirán que estos poderes aparecen con la estimulación de la glándula pineal asociada con el sexto chacra y su campo visual, el tercer ojo.

¿Todos tenemos las mismas?

La respuesta es no. Hay personas excepcionalmente dotadas para ello y otras no tanto. Está claro que hay quien tiene mayor capacidad de correr, de pintar o hacer ecuaciones, sin embargo todo el mundo puede hacerlo con mayor o menor acierto. Los artistas por ejemplo parecen moverse en un plano paralelo de la realidad que a veces no es tan fácil de entender.


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Las neurociencias cognitivas sólo nos ofrecen explicaciones parciales del funcionamiento del cerebro. El fenómeno de la conciencia ha sido definido por la psicología transpersonal como una experiencia más allá del tiempo y del espacio. Nuestros campos mentales van más allá de nuestros cerebros, se entremezclan y se interconectan continuamente. Quizás ésta sea una manera de explicar por qué si nos quedamos mirando fijamente la nuca de una persona, ésta se da la vuelta o por qué si pensamos continuamente en una persona, aparece por la calle o llama por teléfono.

Todo es un flujo de energías, campos electromagnéticos y gravitacionales, energías telúricas y cósmicas que condicionan invisiblemente el curso de los acontecimientos, el funcionamiento de nuestros cerebros, el movimiento migratorio de las aves o el crecimiento de las plantas.

Os dejo con dos perspectivas diferentes y complementarias para reflexionar sobre el tema que nos ocupa. En el primer vídeo activa los subtítulos si lo necesitas.


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