BARCELONA
Hay lugares donde el cielo y el infierno se reflejan mutuamente. Barcelona es uno de ellos. Su historia es fascinante. La antigua ciudad portuaria es un cruce mágico de viajeros y hombres de negocios que recoge su memoria en el subsuelo. Habita la piel de un dragón que se esconde en el interior de la tierra para proteger sus tesoros.
Desde que Gaudí proyectase su templo, los habitantes de la ciudad elevan su mirada al cielo. En sus ramas se enredan las grandezas del mundo y el corazón del hombre sabio crece y crece a dimensiones invisibles.
DUBAI
No conozco otro lugar en el mundo donde haya más hoteles de lujo por metro cuadrado que en Dubai. En medio del desierto las mejores marcas de occidente cohabitan en avenidas protegidas del calor sofocante del desierto. Aparentemente deshabitada, representa un futuro hecho a base de dinero y orgullo. Una parte de la humanidad responde a la arrogancia de otra parte de la humanidad dibujando el rascacielos más alto y más bello del mundo.
Aquí, aparentemente no hay límites al deseo y sin embargo los hay y muy arraigados. Dubai habita la piel de un arcángel obligado a ocultar su identidad de las perversiones del hombre. Dubai es un espejismo de la imaginación humana.
TRIVANDUM
Hay otros lugares donde el cielo y el infierno se acarician. La India es uno de ellos. En Kerala, en el sur, junto a un mar salvaje y una naturaleza desmesurada, crecen los resorts de lujo para europeos y norteamericanos hastiados de sus excesivas vidas.
Jean-Paul Sartre decía que el infierno son los otros, pero no dijo que cada uno lleva el suyo propio. Quien huye de su infierno porque es incapaz de amarlo, condena al otro con su mirada. Quien reconoce su infierno, lo respeta y lo ordena, puede habitar la tierra y el cielo por méritos propios y sin dañar a nadie.
Trivandum habita la piel de un demonio que acaricia la anatomía íntima de los mitos y éstos agradecidos iluminan sus rasgos insospechadamente más bellos. A pesar de lo que digan muchos por ahí, el amor impone sus condiciones tanto a dioses como a mortales.
No puedo dejar de recordar los primeros fotogramas de la última odisea espacial firmada por Ridley Scott donde evoca el origen del hombre. Muchas tradiciones del planeta, incluida la hindú, parecen coincidir en que el sacrificio de un ser superior provoca la aparición de la especie humana en la tierra.
MADRID
Volver a Madrid es reconfortante. Mi casa, mis amigos y mi trabajo están aquí. En verano las semanas se diluyen sin prisa. Lo que era importante deja de serlo. Nos cuidamos de otra manera. Apreciamos el descanso y los valores del alma. Ligeros de equipaje fluimos con las horas y los días. Nuestros cuerpos descansan, nuestras mentes se relajan. La ciudad cambia porque nosotros hemos cambiado. El viaje nos ha transformado, ha cumplido su función y nos ha revelado aspectos que no queríamos ver. En algo hemos crecido.
Madrid habita la piel de una madre generosa pero exigente, desprejuiciada pero justa y da a cada uno lo suyo. Aquí germinan todo tipo de semillas sin importar su lugar de origen. Todos tenemos la oportunidad de echar raíces en Madrid. Todos tenemos la oportunidades de rozar el cielo, pero, ¿realmente compensa tanto dolor? ¿Cuánto tiempo va a durar? ¿Alguien sabe dónde se hayan los límites invisibles entre el cielo y el infierno?
Prometheus