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La ropa que vestimos dice mucho de nosotros. La indumentaria revela una actitud frente al mundo y nos define socialmente. Cada generación comparte unos códigos, al igual que cada clase social, cada tribu urbana y cada grupo ideológico. Incluso reconocemos determinadas profesiones por su indumentaria.
Nos vestimos según la ocasión. No es lo mismo ir a una comida familiar que a una reunión profesional, quedar con amigos que tener una cita. Hay una intención subyacente que condiciona nuestra manera de presentarnos a los demás. Los colores, la comodidad de las prendas, la talla que elegimos, todo nos habla de cómo nos sentimos con nuestro cuerpo y el contexto en el que vivimos.
Por lo general tratamos y somos tratados según nuestro aspecto. La indumentaria crea el rol, la máscara a través de la cual nos relacionamos con nosotros y con el mundo. Hay quien se cree el personaje y es tiranizado por él y hay quien se hace fuerte a través del personaje y maximiza sus oportunidades. Hay quien gasta en ropa y hay quien invierte en ropa.
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Las modas son un fenómeno social que afecta a casi todos los ámbitos de la vida. Aquellas personas que simbolizan los valores emergentes de la sociedad marcan tendencia. No sólo los jóvenes siguen la moda que marcan sus ídolos, también el resto de la sociedad tiene sus modelos a seguir, consciente o inconscientemente.
Las marcas venden ideales. Son la nueva filosofía de una sociedad que vive de la imagen. Los creadores reelaboran su herencia cultural en función del grupo social al que va dirigido su producto. La moda, además de ser una industria, es una manifestación cultural que se alimenta de lo que sucede en la calle y crea nuevas necesidades.
Cada obra se nutre de una experiencia personal, de un posicionamiento ético e ideológico. El diseñador es un artista, sus intereses iniciales no tienen por qué coincidir con las demandas del mercado. La honestidad, los sentimientos y el buen hacer marcan el desarrollo de las colecciones y la trayectoria de las firmas.
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Las formas responden a la esencia de quien las porta. La indumentaria nos proporciona espacios habitables acordes con nuestra personalidad. Nos distancia de las agresiones externas y a la vez nos permite desplegar parte de nuestra magia. Las prendas recién compradas nos dan la oportunidad de explorar nuevas posibilidades de ser.
Las formas también responden al espíritu de los tiempos. La democratización del bienestar y la masificación del lujo. La inmediatez placentera y epidérmica de las tarjetas de crédito. El coste humano del low cost que crece proporcionalmente a la obsolescencia y rentabilidad del producto. Un modelo social que parece tener sus días contados y que sin embargo sigue en pie.
La caída de la alta costura. La decadencia ideológica que a veces se apropia de las grandes firmas. El devenir autocomplaciente de la industria refleja realidades más profundas.Cuando cojan una revista de moda no frivolicen sobre sus contenidos. Una lectura más profunda revelará las aspiraciones e ideales inconscientes de una sociedad entera.
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Las imágenes pertenecen a diferentes colecciones de la firma Polite (1994). En el 2008 sufre una transformación en su filosofía y diseño con la llegada de su actual director artísticoCarlos Polite. Crea un universo propio de tejidos inteligentes y materiales orgánicosdonde las prendas se combinan y cambian su función. Defiende, como muchos otros valores emergentes, que la estética ha de ponerse al servicio de la ética.